Juana De Arco (1412-1431) , llamada la 'Doncella de Orleáns', heroína nacional y santa patrona de Francia.
Unió a la nación en un momento crítico de su historia.
Su protagonismo en la historia la ubica durante los largos años que conformaron la famosa Guerra de los Cien Años (nombre habitual que se da a los diversos conflictos armados, interrumpidos por treguas y tratados de paz, iniciados en 1337 y que finalizaron en el año 1453, entre las dos grandes potencias europeas de la época: Inglaterra y Francia. El pretexto inmediato para la ruptura de hostilidades fue la pretensión de los reyes de Inglaterra de ocupar el trono de Francia.) el pueblo francés confiaba en la llegada de una joven virgen que les salvaría de la miseria en que se hallaban sumidos.
Un seis de enero de 1412 nace en Domremy, hija de campesinos, desde niña sintió gran devoción por la oración; en esos años de niñez un ataque inglés, destruyo por completo su aldea y asesino a sus padres y hermana, por lo que fue enviada a vivir con unos parientes a otra aldea cercana, cuando tenía trece años creyó que había oído la voz de Dios, que se repetía en numerosas ocasiones. Más tarde, confesó haber visto a san Miguel y a las primeras mártires santa Catalina de Alejandría y santa Margarita, cuyas voces la acompañarían durante el resto de su vida, desde ese momento Juana, siente que tenía un destino escrito ya por Dios y, aunque suene a historia novelada, lo cierto es que el papel de Juana de Arco en la gesta de lo que es hoy Francia como nación fue más que fundamental.
SITUACIÓN POLÍTICA
En 1422 murieron Enrique V y Carlos VI. Tras la muerte de su padre, el delfín se proclamó rey de Francia con el nombre de Carlos VII, pero los ingleses reclamaron el trono francés para Enrique VI, entonces menor de edad, por lo que Juan de Lancaster, duque de Bedford, actuaba como regente. Carlos VII fue reconocido como rey de Francia en los territorios al sur del Loira mientras que Enrique VI controlaba el territorio al norte de este río. Durante la invasión del sur de Francia, ocurrida en 1428, el ejército inglés puso sitio a la ciudad de Orleáns, última plaza fuerte que poseían los franceses. A principios de 1429, en plena guerra de los Cien Años y cuando los ingleses estaban a punto de capturar Orleáns, las voces que guiaban a Juana la exhortaron a ayudar al Delfín. Éste aún no había sido coronado rey debido tanto a las luchas internas como a la pretensión inglesa al trono de Francia.
Cuando Juana se dio a la tarea de presentarse frente al Delfín de Francia, realizó un largo viaje desde la pequeña aldea de Domrémy hasta Chinnon, donde el príncipe se resguardaba de un ineludible avance del ejercito inglés atascado increíblemente en los límites de la ciudad de Orleáns, la cual se hallaba sitiada por ellos. Este era una de las más importantes metas de Juana para lograr llevar al Delfín hasta Reims para ser coronado en la Catedral: liberar a Orleáns y advertir así a los ingleses sobre los designios de Dios...
EL GRAN SECRETO DEL ENCUENTRO
El encuentro de Juana con el delfín, fue sin dudas el comienzo de los suceso inexplicados de la vida de esta joven. Se cuenta que el Delfín temiendo que tal vez esta Doncella fuera una espía inglesa, con intenciones de asesinarle, organizo una recepción muy importante, en la que hizo pasar a uno de sus generales por él, así, si era realmente enviada por Díos, ella se daría cuenta que no era el Delfín. Cuando llego Juana fue enviada ante el supuesto delfín, al pararse frente a él, lo miro a la cara y le dijo, Usted, es un buen hombre, pero no es quién yo debo ver. Inmediatamente otro de los generales le confirmo el engaño pero le sometió a una segunda prueba, que ella misma encontrara al Delfín entre todos los presentes.
Fue así que Juana comenzó a mirar uno por uno hasta mirar a Carlos VII, se arrodillo ante él y le beso la mano diciéndole, estoy en presencia del Rey de Francia.
Esto realmente dejo consternado a todos, esta fue sin dudas una de las pruebas más importantes a la que fue sometida, como se sabe en esa época, el pueblo no conocía a sus gobernantes, por lo que Juana ignoraba completamente la fisonomía del Delfín.
Según cuenta la historia, después de esto Juana se acerco a Carlos VII, Y le susurro al oído, alguna frase importante, ya que este cambio la expresión de su rostro completamente, hizo pasar a Juana a una habitación apartada, y allí a solas Juana le convenció de su mandato divino de salvar a Francia. Quizás el misterio más grande de esta historia es saber que dijo Juana al Delfín para convencerlo de poner en manos de esta joven el porvenir de Francia. Un grupo de teólogos aprobaron sus peticiones y se le concedieron tropas bajo su mando. Juana supo ganarse el respeto de los Generales franceses, quienes debieron acatar sus ordenes y enseñarle sobre el manejo de las armas y la estrategia militar. Esta decidió vestir uniforme de hombre y cortar sus cabellos, para no ser subestimada por los soldados.
Así condujo al ejército francés a una victoria decisiva sobre los ingleses en Patay, al tiempo que liberaba Orleáns, con esto se cumplió lo que Juana había anticipado, Carlos VII, fue coronado Rey, en la ciudad de Reims, uniendo al pueblo francés y poniendo fin a los sueños ingleses de imponer su hegemonía sobre Francia.
LA TRAICIÓN
Carlos VII se opuso a realizar campaña militar alguna contra Inglaterra. Tras ello Juana, sin el apoyo real, dirigió en el año 1430 una operación militar contra los ingleses en Compiègne, cerca de París. Fue capturada por soldados borgoñones (estado neutral en este momento de la guerra) quienes ofrecieron a los dos bandos, la posibilidad de rescatar a Juana.
Según los registros de la época se sabe que en Francia se hizo una colecta entre muchos generales y nobles para pagar el rescate, la suma recaudada fue entregada al Rey, quien nunca envió el pago (se supone que Carlos VII, deseaba que Juana fuera capturada por los inglese, ya que había tomado mucha popularidad y la creía un elemento ahora peligroso para su reinado).
Los inglese deseosos de capturar y juzgar a la Doncella que los había humillado pagaron lo pedido y les fue entregada. Éstos la condujeron ante un tribunal eclesiástico en Ruán que la juzgó de herejía y brujería. Tras catorce meses de interrogatorio sin que se le pudiera acusar de absolutamente nada, fue acusada de maldad por vestir ropas masculinas y de herejía por su creencia de que era directamente responsable ante Dios y no ante la Iglesia católica.
El tribunal la condenó a muerte, pero al confesar y arrepentirse de sus errores, la sentencia fue conmutada a cadena perpetua. Sin embargo, cuando regresó a la prisión volvió a usar vestidos de hombre por lo que de nuevo fue condenada, esta vez por un tribunal secular, y el 30 de mayo de 1431, enviada a la hoguera en la plaza del Mercado Viejo de Ruán por relapsa (herética reincidente).